Es una exploración visual sobre la relación entre la muerte y los espacios que la representan. A través de fotografías de cementerios de diferentes partes del mundo, el proyecto examina los rituales funerarios, la manera en que mostramos la muerte y la comunión que se genera en estos lugares. También habla del silencio que lo rodea, de aquello que evitamos decir sobre un misterio inescrutable: un cuerpo que desaparece y un rastro que permanece. Los cementerios, a menudo percibidos como espacios fantasmagóricos, acumulan vestigios de recuerdos y ausencias: lápidas erosionadas, inscripciones borradas, figuras de mármol, flores marchitas y de plástico. Todos estos elementos configuran una escenografía de la pérdida, un paisaje que evidencia la paradoja de la vida y su fin.

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